Passeu-ho bé.
Desde hace años, sostengo que el principal problema que tiene la hipótesis independentista en Catalunya es el estilo de muchos de sus promotores, empezando por varios dirigentes de ERC. Aunque debe consignarse la emergencia de nuevos actores sociales favorables a la independencia cuyas formas son verdaderamente serias y solventes –destaca aquí la asociación Cercle Català de Negocis–, todavía quedan entornos movidos por la agitación antisistema, émula de tácticas y discursos de otros movimientos, ya sea la izquierda abertzale o los grupúsculos más extremistas de la alterglobalización. En estos momentos, y más allá de los partidos, en el independentismo hay de todo, lo mejor y lo peor de cada casa. La buena noticia es que los friquis y los fanáticos ya no tienen el monopolio del proyecto ni del discurso.
Pero los impresentables pueden ser ruidosos, si se lo proponen. Y pueden lograr protagonismo fácil, si escogen bien el momento. Así ocurrió el pasado viernes, cuando un grupo de jóvenes –sería bueno saber cuántos de ellos estudiantes– boicoteó una conferencia de Rosa Díez en la facultad de Ciencias Políticas de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Es notorio que estoy en las antípodas de lo que piensa y propaga la máxima dirigente del partido UPyD, pero no me permito trampas con las reglas básicas del juego democrático. Díez puede y debe exponer sus ideas con libertad, también aquellas que incluyen falacias sobre la realidad social catalana. Ello debe ser así siempre, incluso sabiendo que no existe nada parecido a una mínima simetría; quiero decir que sería extraño que un dirigente independentista pudiera explicar tranquilamente sus argumentos en universidades de Madrid u otras ciudades españolas. Por otro lado, los boicoteadores de Díez han dado de Catalunya y del independentismo una imagen pésima, manchada de intolerancia. Por eso son rematadamente estúpidos, porque se creen héroes cuando sólo marcan goles en propia puerta. Y la estupidez no suma. Además, han regalado a Díez un ejemplo perfecto para ilustrar sus tesis engañosas.
Para los puros e iluminados (del independentismo catalán, del españolismo, del socialismo, o de lo que sea), todo aquel que no encaje en su reducido esquema debe ser insultado y proscrito. Hace unos días, estos mismos totalitarios que pululan por la UAB intentaron impedir una charla del ex lehendakari Ibarretxe, demasiado pactista para su gusto. Por suerte, Catalunya no se reduce a estos cuatro "guardianes de la revolución", que dicen hablar en nombre "del poble català". El miércoles por la noche, el programa de TV3 Banda ampla nos mostró a unos universitarios muy diferentes, debatiendo sobre la independencia de Catalunya con tranquilidad, inteligencia y respeto. Fue un ejercicio democrático de pulcritud ejemplar. Es con estos jóvenes –y no con los que impiden hablar al adversario– que vamos a construir un país más libre, más respetado y con más oportunidades para todos.
Francesc-Marc Álvaro
Fuscus Dominus
Scriptum factum III idus marcii anno MM CC VII ab Rebellione Hiberibus
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