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12.11.10

Descobriments de la sopa d'all xD

Articulet de La Vanguardia publicat el 3-8-2010 al blog Altres Andalusos - link a l'article - i que trobo que està no bé, sinó perfecte. Aquest i altres blogs que aniré buscant aniran apareixent a l'apartat "aliae oppida" (altres oppida) de links d'altres blogs recomenats i tal. En part perquè canviar les "us" per "vs" del blog m'ha fet perdre certa informació, i he de tornar a linkar els blogs xD.



El aumento del independentismo en Catalunya no es casual ni tampoco responde a una serie de circunstancias difíciles de explicar.

Mientras el independentismo catalán de principios de los 80 y de los 90, pese a ser portador de la actual llama, respondía en muchos casos a cuestiones identitarias, que en algunos casos imposibilitaba una mayor aglutinación; podemos decir que a día de hoy se puede constatar con soltura a equivocarnos que el independentismo catalán del siglo XXI es transversal, plural, cívico y sobre todo democrático, por ello no deja de aumentar. El independentismo catalán crece porque las razones para apostar por un nuevo estado, son muchas y muy diversas; la cuestión económica, la supervivencia cultural, la profundización a nivel democrático, el derecho inalienable que tienen los pueblos a decidir su futuro, las cuestiones históricas, los agravios comparativos con España, la voluntad de vivir mejor, etc.

Por ello el abanico de razones son numerosas y porque la actitud del estado español hacia Catalunya no ha hecho nada más que contribuir y aumentar la desafección de los catalanes hacia a la España monolingüe y centralista. Por contra, el españolismo o unionismo en Catalunya sólo responde a día de hoy a puras razones identitarias, pero más allá de estas razones no se expone ningún argumento que justifique la actual dependencia de Catalunya con España. Y aquí, pese a que el discurso economista no entusiasme a ciertos colectivos independentistas, es donde podemos tejer complicidad con ciertos sectores de la sociedad catalana que hasta ahora no mostraban demasiadas simpatías hacia el independentismo. Al final, no sólo la situación cultural muestra el espíritu colonialista de España con Catalunya, el aspecto económico diría que es donde actualmente se visualiza de manera clara y rotunda la política colonial que fomenta la España constitucional respecto a Catalunya.

Porque si dejamos las razones identitarias a un lado y nos centramos en el día a día, ¿quién puede defender el espolio que padecemos todos los catalanes, independientemente de si se sienten españoles o catalanes?
¿Quién puede defender por razones identitarias que España robe a Catalunya 60 millones de euros al día a partir del déficit fiscal?

¿Quién puede defender que los estudiantes catalanes reciban sólo el 5% de todas las becas del estado y los estudiantes de Madrid reciban el 58%?

¿Quién no querría ver aumentada por meras cuestiones identitarias la renta per cápita anual de los catalanes en unos 2.400€ al año si tuviésemos seguridad social propia?

¿Quién puede defender que el “Ministerio de Cultura” haga un gasto anual por cada español de 47€ y por cada catalán sólo de 5€?

¿Quién querría viajar por puras cuestiones identitarias con el 40% de los trenes construidos por el estado durante la década de los 70 que se consideraron obsoletos y que aún circulan por Catalunya, mientras que Madrid sólo tiene el 4%?

¿Quién no querría ver a su país 7 veces más rico como dijo el Premio Nobel de Economía Aplicada en la UB el pasado mes de mayo?

¿Quién puede defender por causas identitarias que 1 de cada 3 años el Ministerio de Fomento no invierta nada de nada en Catalunya?

¿Quién quiere, pese a ser catalán y sentirse español, que cada año nos roben 20.000.000.000 de euros (11% del PIB), siendo así la región del mundo que sufre más déficit por parte de su gobierno? ¿Realmente sentirse español en Catalunya compensa eso?

Como residente en Catalunya, ¿quién puede tolerar, por cuestiones identitarias, que por cada 12,7 millones de euros que se invierten en medio-ambiente en el aeropuerto de el Prat, se inviertan 300 millones al de Barajas?

Por muy españolista que uno sea en Catalunya ¿se puede defender que entre 1985 y 2005 sólo se hayan construido en Catalunya 20km de autovías mientras que en Madrid se hagan cerca de 900 en idéntico periodo?

Por motivos identitarios ¿se puede aceptar y no protestar cuando en Catalunya sólo se invierte un promedio del 12% del PIB español anual pese a aportar el 22% del mismo PIB español?

¿Realmente las razones identitarias compensan el agravio que hemos sufrido por ejemplo con el AVE? EN Catalunya, por el AVE, el gobierno invirtió 316€ por catalán, pero en el mismo año invirtió 1.198€ por andaluz, 894€ por madrileño, 574€ por aragonés y 407€ por castellanomanchego.

¿Justifica el sentimiento de identidad pagar peajes y más peajes?

Es preciso ser estúpido para defender la dependencia de Catalunya con España cuando nosotros los catalanes, independientemente de si nos sentimos españoles o catalanes, si vamos con la roja o no, estamos perdiendo la oportunidad de vivir mejor. Estamos perdiendo la oportunidad de dar un futuro mejor a nuestros hijos por una cuestión identitaria y si uno se para a pensar fríamente llega a la conclusión que nadie no podría llegar en tolerar por una cuestión identitaria tal contradicción. ¿Aquellos que son tan identitarios aceptarían sufrir un agravio al revés?
España es un mal negocio a nivel cultural pero sobre todo a nivel económico, y lo es porque tratar a Catalunya como una colonia forma parte del su leitmotiv nacional.








Fvscvs Dominvs


Scriptvm factvm dies ante idvs novembrii anno MM CC VII ab Rebellione Hiberibvs

26.10.10

Visqui Sant Quim Monzó!!

"No hase falta que me dises nada más"

(zas, en toda la boca; zas, en toda la boca; zas, en toda la boca; zas, en toda la boca.... (etc x 1000))



Siboney, en tu boca la miel puso su dulzor

El año pasado, la Generalitat multó a 94 empresas por no etiquetar en castellano


Todos esos medios de comunicación que una y otra vez ponen el grito en el cielo cuando en Catalunya se multa a las empresas que incumplen la ley de lenguas y no tienen sus rótulos como mínimo en catalán han pasado de puntillas por la noticia de que, el año pasado, la Generalitat de Catalunya multó a 94 empresas por no etiquetar en castellano. Son esos diarios, esas radios y esas cadenas de tele que generan gigantescas bolas de mierda a base de deformar la realidad, voceando que aquí se prohíbe rotular en español y que a quien no habla en catalán nos lo comemos con patatas fritas para desayunar. A la cabeza de ese alud de patrañas, el Partido Popular y su lazarillo, Ciudadanos, que, en esta ocasión, han decidido mirar hacia otro lado y silbar Siboney, que es la mejor melodía para disimular.

Pues sí: el año pasado la Generalitat multó a 94 empresas por no etiquetar en castellano y en esta ocasión la caverna no dice ni mu. Silencio absoluto. Ni una queja, ni un gemido, mucho menos un asomo de rebelión. Nada de "¡Vaya atropello!". Nada de "¡Ustedes no tienen derecho a decirme en qué lengua debo etiquetar mis productos!". Ningún grito de "¡Libertad!". ¿Por qué no repiten ahora aquello tan sobado de "Prohibido prohibir"? Leo en El País, el sábado, que Jordi Anguera, director de la Agència Catalana del Consum, explica diversas cosas respecto a esas multas. Una: "La regulación, en el caso del etiquetaje, es favorable al castellano. Hay cerca de 120 leyes estatales que obligan a etiquetar en español". Ojo al dato: ¡"120 leyes estatales que obligan a etiquetar en español"! Por mucho que aguzo el oído no oigo que nadie se rasgue las vestiduras, ni que aúllen en Intereconomía. Otra cosa que explica Anguera: "Las indicaciones obligatorias del etiquetado deberán figurar, al menos, en castellano, lengua española oficial del Estado". ¿Dónde están ahora las acusaciones de nazis, por seguir la ley? Escasamente críticos con el nazismo –y su versión cheli, el franquismo–, a la mínima llaman nazi a cualquiera que no piense como ellos y, ante las multas que los de la Generalitat imponen por no etiquetar en castellano, se callan y esta vez no los llaman nazis. ¿Qué pasa? Explica también El País que la Generalitat "multó a la multinacional del mueble Ikea con 8.000 euros por varias deficiencias en la información al consumidor; entre otras, no disponía del etiquetaje en castellano". Si las multas hubiesen sido por no etiquetar en catalán, ya habría ahora mismo dos nutridas manifestaciones de catorce o quince personas: una frente a Ikea Montigalà y la otra frente a Ikea L'Hospitalet –con Albert Rivera y Sánchez Camacho a la cabeza, respectivamente–, pidiendo que no se multe a nadie y exigiendo que de una vez por todas acabe esta terrible dictadura nacionalsocialista catalana.










Fvscvs Dominvs


Scriptvm factvm VII kalendas novembrii anno MM CC VII ab Rebellione Hiberibvs

18.7.10

Els reptes de la Catalunya composta

"Los retos de la Catalunya compuesta"
Toni Soler


ESQUIZOFRENIA. La Catalunya compuesta ha aflorado con más vigor que nunca en el esquizofrénico fin de semana que empezó con la explosión de estelades y terminó con un botellón rojigualdo. A pesar de las comparaciones interesadas, no parecen fenómenos del mismo cariz; me atrevo a decir, incluso, que la demostración de fuerza del catalanismo representa algo más sólido, más perdurable que la euforia roja. Esta se debe, no lo olvidemos, a algo tan voluble y equívoco como es un éxito deportivo (el Barça provoca espejismos parecidos por estos lares, aunue en sentido opuesto). Sin embargo, no es despreciable el impacto del título mundial de fútbol en la mentalidad colectiva de los españoles: el éxtasis sudafricano coincide con un redescubrimiento del espacio simbólico nacional. Franco robó a los españoles su bandera, y ahora la están recuperando, en un sarampión identitario que recuerda al que vivimos en Catalunya en 1977.

ESPAÑA. En territorio catalán, por encima de todo lo expuesto, la eclosión roja supone una reacción pendular al auge del soberanismo. El soberanismo que se sabe fuerte y en boga, el mismo que hace sólo un lustro daba miedo o risa. Frente a este fenómeno, la roja ha movilizado a los sectores más ajenos a lo catalán - la "Catalunya silenciosa", como la bautizó Alicia Sánchez-Camacho -. Pero también a los futboleros neutros que suelen apostar a caballo ganador, y finalmente también a muchos catalanes seducidos por un equipo que viste de rojo pero parece el Barça. No seré yo, sin embargo, quien niegue ni minimice el alcance del sentimiento español en Catalunya: hacerlo sería desafiar una simple evidencia demográfica y cultural. Y conviene recordar que las identidades no cambian de un día para otro, ni se adaptan plácidamente a los vaivenes políticos.

DUALIDAD. Así pues, el futuro político de Catalunya tendrá que dilucidarse tras la previa aceptación de la premisa de su dualidad identitaria. Para muchos, la autonomía política dentro de España es la fórmula que mejor se adapta a ésta doble característica. ¿Lo tendría más difícil una Catalunya independiente? ¿Sería menos plural? Hace medio siglo sí, sin duda; un eventual Estado catalán habría debido dotarse de ejército, fronteras, moneda, leyes de extranjería. Pero hoy en día, en el marco de la Unión Europea, con la moneda única y el acuerdo de Schengen, la soberanía catalana sería un proceso más parecido a un reajuste político-administrativo (de gran calado, por supuesto) que a una revolución. Podría ser un proceso gradual, asumible y sin traumas..., siempre que el soberanismo fuera realista y que España pusiera de su parte, claro está.
La clave seguiría estando en la gestión identitaria. Catalunya ha exigido durante siglos a España que admita su pluralidad; pero Catalunya tendrá que ser plural ella misma, si quiere onstituir un ente político inclusivo y viable. Los que quieren la independencia para restaurar el monolingüismo son unos somiatruites. Catalunya no puede regresar al siglo XVII: por mucha soberanía que tenga, seguirá siendo la misma comunidad diversa, con un fuerte acento español (y progresivamente europeo, y latino, y árabe). El respeto a esta diversidad, compatible con la tenaz defensa de la identidad autóctona, tendría que ser uno de sus puntos fuertes, su bandera.
En cualquier caso es un proceso difícil y arriesgado. Sería ingenuo negarlo. Pero, si lo pensamos bien, ¿qué es más difícil?, ¿que una nación plural se convierta en Estado, o que un Estado acepte convertirse en una nación plural?






Fuscus Dominus

Scriptum factum XV kalendas augusti anno MM CC VII ab Rebellione Hiberibus